El Brillo De Las Luciérnagas, de Paul Pen

Tengo diez años y llevo toda mi vida en este sótano.

Vivo en la oscuridad con mis padres, mi abuela, mi hermana y mi hermano. Todos están desfigurados por el fuego. Mi hermana lleva una máscara blanca para tapar sus quemaduras porque papá dice que su cara podría asustarme.

Me gusta mi cactus. Me gusta leer mi libro sobre insectos. Y tocar durante horas el único rayo de sol que se filtra por una rendija del techo. Pero, desde que mi hermana tuvo al bebé, todos actúan de forma extraña. Creo que mienten sobre quién es el padre, sobre el hombre grillo que acecha por las noches, sobre lo que sucedió antes de que yo naciera, sobre por qué estamos aquí encerrados.

Por lo menos tengo a las luciérnagas. Llegaron hace unos días al sótano y las he guardado en un bote. Como dice mi abuela, no existe criatura más fascinante que aquella que es capaz de crear luz por sí misma. Esa luz me anima a conocer el mundo exterior, a escapar, a descubrir qué sucedió. Lo malo es que aquí todas las puertas están cerradas. Y no sé dónde voy a encontrar una salida…

Y así empieza una novela que encierra al lector en el mismo sótano emocional que a su protagonista

Paul Pen firma en El brillo de las luciérnagas un thriller psicológico que no solo inquieta: conmueve y perturba a partes iguales. Con un estilo directo y una narración absorbente, el autor construye una historia encerrada —literalmente— en un sótano, donde lo asfixiante no es solo el espacio físico, también lo es el peso de las mentiras.

La historia arranca con el seguimiento de una familia que vive confinada bajo tierra. Nadie sale. Nadie entra. Hay normas, rutinas… y un niño de diez años que nunca ha visto el mundo exterior. No sabemos por qué están allí ni qué ocurrió para llegar a esa situación, ni por qué tienen las caras quemadas ni una chica lleva una careta. Solo sabemos que algo pasó. Algo grave. Y ese misterio, que el autor dosifica con maestría, mantiene al lector en vilo desde la primera página.

Paul Pen no recurre a sustos ni trucos, ni monstruos. Aquí, el terror es psicológico. La tensión se construye a base de silencios, de miradas que no se cruzan, de frases que no terminan de decir lo que deben. El lector se convierte en una especie de detective emocional, leyendo entre líneas, tanteando la oscuridad del relato con la misma cautela y todos los sentidos alerta que el pequeño protagonista explora los límites de su encierro.

Y entonces, hacia la mitad del libro, Paul Pen abre la puerta. Con un giro perfectamente medido, los capítulos del pasado revelan el origen del encierro. Y lo que parecía una simple pregunta (“¿Por qué viven en un sótano?”) se transforma en una avalancha de verdades y mentiras que lo desborda todo. A partir de ahí, el ritmo se acelera, el suspense crece, y la angustia del lector se funde con la del protagonista. Lo necesitas saber. Lo necesitas entender. Igual que él.

La gran fuerza de esta novela está en su capacidad para provocar emociones profundas sin recurrir a dramatismos vacíos. La ternura y la pena que despierta el niño protagonista son genuinas. Paul Pen lo convierte en un testigo silencioso, en una víctima sin saberlo, cuya mirada inocente es más reveladora que cualquier monólogo adulto. Su necesidad de comprender, de escapar, de encontrar la verdad, arrastra al lector sin remedio mientras es manipulado por todos los miembros.

Cuando finalmente se comprende el alcance de la manipulación —bienintencionada o no— que ha sufrido el niño, el efecto es demoledor. Y es ahí donde la novela trasciende el thriller para tocar una fibra mucho más delicada: la del amor mal entendido, el miedo convertido en control, y la línea invisible entre proteger y anular.

El brillo de las luciérnagas es una historia oscura y perturbadora pero que hace que sea bello. Una novela sobre los límites de la familia, la culpa, la redención… y la necesidad de encontrar luz incluso en los lugares más cerrados. Un libro que se lee con el estómago encogido y los ojos bien abiertos. en

Es idea para los que disfrutan de thrillers psicológicos intensos, con carga emocional y una construcción narrativa impecable. Ideal para lectores de Room de Emma Donoghue o Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro.

Valoración: ★★★★½